Esta
afirmación cobra mayor sentido, en cuanto fuimos
testigos de su pasión y muerte, pero adquiere mayor
significado aún si fuimos peregrinos y compañeros de un
Jesús que ofrendaba su vida completa por cada uno de
nosotros: "aquí y ahora".
En nuestra particular y diversa dinámica colegial,
quisimos convertirnos en reporteros de un acontecimiento que nos
invitaba permanentemente a mirar las circunstancias del siervo
sufriente contextualizado a tantos y tantas siervos y siervas que
padecen con Jesús y con María el abandono y la muerte. Aclamamos a
Jesús que entraba triunfante en la Jerusalén de nuestra vida; en
esta tierra que es su tierra.Lo dejamos
entrar a las salas, patios y talleres para compartir su pan con
nosotros, para perpetuar el memorial de su sacrificio.
Vimos su cruz y en ella reflejamos los signos de las
muertes, la desesperanza, el silencio. Pero quisimos mirar esta
realidad desde los ojos de María la que sufrió más y con ella nos
alegramos del gran triunfo de Cristo, con ella somos portadores de
esta verdad y con ella nos gozamos del privilegio de ser amigos y
amigas de un Cristo Resucitado, y vivo y compañero de camino.
Gracias a todas las personas que nos acompañaron en la animación,
gracias queridos alumnos por dedicarle un fin de semana a Jesús, no
cabe duda que Él ya depositó en sus corazones las semillas de su
Evangelio, nos queda más que cuidarla y hacerla fructificar.