Estimados alumnos, profesores, apoderados:
iniciamos un nuevo curso escolar con el entusiasmo
propio del primer día de clases. Quiero agradecer a los
apoderados su presencia en este acto y la confianza que
nos dan, como colegio, para poder colaborar en la
educación de sus hijos.
También agradecemos la presencia y la entusiasta
disposición para el trabajo de los profesores. Ellos son quienes
acompañarán a los alumnos durante el año en su educación. Su
presencia ya indica el cariño que les tienen. Yo les aseguro que
los profesores de este colegio quieren estar a su lado, les
quieren a ustedes tal como son, quieren ser sus amigos y
servidores, sus maestros y consejeros. Colaboren con ellos. Si
les premian será para estimularles en su trabajo, y si alguna
vez les castigan, será para corregirles, pero siempre lo harán
con cariño, porque los profesores vienen al colegio porque
desean el bien y la superación de sus alumnos, pues queremos
prolongar la Misión que nos dejó San Marcelino Champagnat, amigo
de los niños y de los jóvenes.
Ustedes, estimados alumnos, son los
protagonistas de la formación humana y cristiana. El
colegio quiere apoyarles, pero sin la colaboración de
ustedes será imposible hacer realidad nuestro proyecto
educativo que pretende evangelizar educando y mostrar a
Jesucristo como el modelo para toda persona humana. En
Jesús, tenemos el modelo para ser niños, jóvenes,
hombres y mujeres en el presente y en el futuro.
Queremos su colaboración para mantener cuidado y
adornado el colegio y las salas de clase. Cada año se hacen
arreglos y mejoras en el colegio y esperamos que ustedes sean
los primeros en cuidarlas, tal como les tradición en el colegio
Marista Marcelino Champagnat. Queremos su colaboración para que
el rendimiento académico sea cada vez mejor y confiamos en sus
capacidades y en su trabajo día a día para superarse en todas
las asignaturas de su respectivo plan de estudios. Queremos su
colaboración en su formación humana y cristiana, de manera que
lleguen a ser buenos cristianos y virtuosos ciudadanos, tal
como deseaba nuestro fundador, San Marcelino Champagnat. Y todo
ello, a la manera de María, que es la madre de Jesús y nuestra
buena madre.
En fin, al iniciar este año escolar 2006,
no puedo menos de sentir el orgullo de verles crecer en
número y en virtudes. Ojalá que a ejemplo de Jesús de
Nazaret, todos crezcamos en edad, en sabiduría y en
gracia, ante Dios y ante los hombres.
Este año también recordamos el 10º aniversario
del martirio de los Hermanos en el Zaire. Ellos dieron su vida
por amor. También nosotros podemos hacer lo mismo. Es una
invitación a la superación personal, a caminar sin cesar para
alcanzar las cumbres de la bondad, de la verdad y de la belleza
a las que todos aspiramos. Y este ascenso tenemos que hacerlo
juntos, con fe, esperanza y amor. Unidos podremos construir una
comunidad educativa entre todos: alumnos, profesores,
directivos, administrativos, auxiliares, apoderados. Todos somos
importantes. Por eso les digo, para terminar, sean bienvenidos
de vuelta a clase.