En la Pascua de Marcelino Champagnat, nuestro colegio se
viste de fiesta y alegría porque su sueño nos conmueve a
caminar hacia una nueva tierra.
Si Marcelino soñó con hermanitos catequistas
educadores para dar a conocer a Jesucristo y hacerlo
amar por los niños y jóvenes, especialmente los más
desatendidos , en nuestros días, agradecemos como
educadores maristas seguir sintiendo su llamado para
hacer posible su sueño en medio de los niños y jóvenes
que nos han sido encomendados.
Agradecemos los gestos de sencilla entrega a cada uno de nuestros
compañeros de jornada; a los alumnos y alumnas que vibran con esta
semana de colores, competencias y comparsas; a los hermanitos
Francisco de Blas y Cruz Alberdi que nos acompañan en lo cotidiano y
a los padres y familia que sienten suyo el sueño de Champagnat, y
junto con María nos invitan a caminar en este tiempo de gracia y
desafíos.
Desde La Valla a nuestros patios y salas; desde la oración al baile
entretenido, desde la mesa eucarística a la mesa compartida, es un
solo corazón y un mismo espíritu quien nos impulsa a orar, agradecer
y caminar marcelinamente en medio de nuestra más importante herencia
y tesoro: la nueva tierra que son nuestros alumnos y alumnas y sus
constantes desafíos y anhelos de superación porque agradecemos a
Dios que Marcelino viva hoy a través de nuestros brazos y
agradecemos el poder compartir la alegría de los años dedicados a
esta tan linda obra, se reconoció a colegas que cumplieron 5, 10, 15
y 20 años fortaleciendo los lazos y promesas de nuestro amado
colegio.