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Si el Grano de Trigo...
Por
Colegio Marcelino C.
Publicado:
28 Mayo 2009
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"Les aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto" (Juan 12, 24).


Intentar conectar ideas en el contexto de una experiencia dolorosa o en el marco de una despedida es una tarea árdua porque todas ellas se confunden con recuerdos, detalles, gestos y anécdotas, que luego pasan por el corazón, enjugan los ojos y terminan convertidas en la eterna interrogante sobre el sentido de la vida.

Hace pocas horas despedíamos a Ilsen del mundo, del colegio, de nuestros día a día. No dejaba de impresionarnos ver la cantidad de gente que pasó por nuestra capilla a expresarle su cariño y a contarnos de sus virtudes, a decirle a la familia lo importante que había sido ella en cada una de sus vidas. La mayoría de los testimonios hablaban de esfuerzo y de lucha, de alegría y trabajo, de voluntad y amor por los otros.

¿Cómo poder graficar tantas bondades en alguna imagenNo se me ocurre otra que pensar en una semilla, ese pequeño elemento que contiene en sí tanta vida, tanta energía, tantas proyecciones, tantas esperanzas y desafíos. ES QUE ESO FUISTE QUERIDA AMIGA: ¡Una semilla! Un grano de trigo que finalmente cayó en buena tierra. Conociste varios suelos: tu familia, el colegio, los amigos, Gama, Centro de alumnos, Indiferencia cero, en cada uno de ellos te nutriste y a todos prometiste frutos, tu corazón de “buena hija” acogió la enfermedad sólo como el suelo erosionado puede albergar la esperanza de rebrotar la simiente. Recuerdo cuando me dijiste, que te daba miedo, pero que no sufrías porque otras personas si tenían motivos para sufrir, que lo tuyo tenía solución, “que Dios sabía las cosas”.

Quisiera destacar y agregar a la lista de sus virtudes una más y me refiero a su originalidad. Sus niveles de traviesa inteligencia le permitían relacionarse con todas las personas de manera diferente, a todas las hacía merecedoras de un sobrenombre creativo y bien cuidado, de una sonrisa particular, de todos sabía algo de su vida personal y con ello instalaba un trato particular y único. Tenía la capacidad de ser niña con los niños, mujer con los adultos, disparatada con sus amigos; terca y enojona, obstinada y constante, pero sólida y valiente; y gracias a esos contrastes pudo ganarle al dolor. Se fue a conocer a Jesús el día que ella quiso, y no nos cabe la menor duda que debe estar llenándolo de preguntas, de abrazos e indicándole sus siempre prioritarios gustos e intereses. Para nosotros es un grano de trigo, que ya depositado en tierra esperamos verlo germinar. Hemos acompañado sus procesos, y anhelamos, con el corazón, verla convertida en un pan, que compartiremos como un sacramental de la amistad, de la bondad y de la generosidad de Dios por habernos regalado un tiempo precioso junto a ella.        

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