cabe señalar que la mayoría de estos queridos ex alumnos, han vivido la mitad de este tiempo en su experiencia de formación y educación con nostros. Motivados por el carisma del padre Champagnat que creía firmemente que: “Educar a los niños es abrir su inteligencia: significa que en el mundo de sus ideas, de sus saberes, van integrándose las manifestaciones del amor de Dios, su revelación salvadora sobre todo descubierta en Jesús y en los más necesitados.
Educar a los niños es formar su corazón: la semilla de las buenas disposiciones, la acogida, la cordialidad, la generosidad, la sensibilidad frente al dolor y la necesidad ajena. Y en él el amor a Jesús, el cariño a María, la dicha de ser familia.
Educar a un joven es hacerle amar el trabajo, con constancia, con disciplina, con orden, al servicio de la propia persona y de los demás.
Marcelino tiene otras muchas ideas en este campo, pero se podrían resumir en una frase suya que siempre ha estado en el corazón de todo marista y que ustedes jovenes no desconocen: «para educar a los niños, hay que amarlos», lo que quiere decir que se educa porque se ama, y que educar es amar.

Con esta certeza damos la bienvenida y felicitamos a 75 nuevos profesionales que dan testimonio de la formación que han recibido en nuestras salas de clases, laboratorios y talleres.