<strong>No podemos renunciar a lo que otros nos dejaron,<br />
Marcelino vive hoy a través de nuestras manos…</strong><br />
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Reunidos como una gran familia al alero del Carisma Marista, sentimos que la gracia de Dios sigue presente en nuestros días a través de la presencia activa y vivificante de nuestros educadores y educadoras.
La Pascua de Marcelino Champagnat, tiempo de fuego encendido al encuentro del Buen Padre y a la cercanía del regazo fiel de nuestra Buena Madre, nos sentimos sabedores al comprender que evangelizar desde la educación, nace y se fortalece en el trabajo en equipo. Es por ello, que en este mes de junio, amparados por el padre Champagnat, nos alegramos con los años de entrega de nuestros compañeros de jornada, quienes mediante su actuar generoso y lleno de detalles, llevan a nuestros alumnos y alumnas y sus familias, a sentirse acogidos en nuestra institución.
Valorar la persona y su permanencia en cada momento y espacio colegial, nos hace sentir parte de una sola comunidad, que animada desde la persona del padre Marcelino, nos trae a nuestras acciones cotidianas, su sencillez y amor al trabajo.
DIOS TE BENDIGA EDUCADOR…
Nombre Años de Serv.
Rosendo Segundo Cancino Cisternas 5
Alberto Enrique Cisternas Ramírez 5
Oriana Belén Fuentes Torres 5
María Isabel Arancibia Gaete 10
Sylvia Inés Fernández Meriño 10
Susana del Carmen Mena Herrera 10
María Asunción Poblete Guerrero 10
Lucy Mabel Ponce Carrasco 10
María Isabel Ancamil Paillán 15
Silvia Eliana Rojas Salazar 15
Al destacar su trabajo, reconocemos en cada uno el camino que nos acerca a la senda de San Marcelino, y que es por medio de sus pasos que podemos sentir vivo el carisma que brotó sencillo y fiel al deseo de “dar a conocer a Jesús y hacerlo amar” en cada momento de nuestra historia personal y compartida.
Agradecemos al Señor de la vida, el servicio dispuesto de cada uno, y nos sentimos uno con ellos al responder al llamado que nace más allá de nuestra jornada laboral, haciéndonos partícipes de una historia común y renovada, que se enriquece y cobra vitalidad en el llamamiento a ser parte de un solo corazón y un mismo espíritu, disponiéndonos a soñar futuro, un futuro que sabe de bienaventuranzas posibles en nuestras aulas y patios, en nuestro credo pedagógico y en nuestra comunión permanente con todos y con todo cuanto favorecerá nuestra entrega y misión hacia los niños y jóvenes que son nuestro tesoro más preciado.