Agradecemos infinitamente la presencia amorosa y dedicada de los profesores, padres y madres que hicieron de este encuentro una instancia concreta de dar a conocer y amar a Cristo en medio de nuestros cursos. Cada detalle y gesto habla de la entrega gratuita hacia nuestros alumnos y alumnas. “Señor, tú sabes de mis buenas intenciones,
de mis sueños e ideales.
Estoy convencido (a) de que estarías más contento
si pongo “manos a la obra”
y comienzo a compartir mi entusiasmo de vivir
y de sentirme realmente hijo (a) tuyo (a),
una hermosa persona que ha nacido
de tu inmenso amor”.

Mira que estoy a la puerta
y llamó… Acompañando el dolor, oramos por la paz y tranquilidad deseadas, tras la partida de nuestra alumna de 8° C. Pedimos al Señor por su descanso y por nuestras propias intenciones para que su familia, su curso, compañeros y educadores podamos caminar y crecer a pesar de la nostalgia que se arraiga en su adiós.