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Con la Sencillez a Flor de Piel
Por
Colegio Marcelino C.
Publicado:
27 Agosto 2008
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En medio de nuestro pueblo, abrazando nuestras calles, aventurándonos esperanzadoramente y alimentándonos de la gracia marcelina de Dios Padre que lo suaviza todo en medio de nosotros.
Como hubiese anunciado el hermano Antonio Peralta (nuevo hermano provincial), hace unos días atrás; este jueves 14 de agosto, en vísperas de la Fiesta de la Asunción de la Virgen María, nuestra Buena Madre, y fiesta patronal de los hermanos y laicos maristas, recibimos entre nosotros el anuncio de una buena noticia, noticia sencilla, afectuosa y fraterna que nos invita a hacer de nuestro trabajo un verdadero apostolado impulsado por el soplo del Espíritu. Durante la tarde, representantes de los alumnos y apoderados, auxiliares, administrativos y educadores, recibimos la visita de los hermanos Antonio Peralta y Jesús Pérez, quienes gratamente dispusieron de su tiempo para saludarnos, responder a nuestras inquietudes e invitarnos a ser parte de los nuevos desafíos que florecerán en nuestra misión. Animándonos desde el Espíritu, el hermano Antonio y el hermano Jesús, como delegado de la Misión en Chile, compartieron su ilusión por sentir de este tiempo un tiempo para descubrir qué desafíos, pistas y aventuras serán las que debamos emprender para dar un real impulso hacia nuestra formación, hacia el permanente encuentro y hacia nuestro principal desafío que tiene el rostro de nuestros jóvenes alumnos y alumnas. “Sembrar valores aparentemente en el desierto” solo será una etapa en este camino creyendo fielmente que nuestro abandono en Dios nos permitirá caminar hacia esta misión que ha comenzado, donde es necesario que enfoquemos una complicidad amistosa al alcance de nuestros jóvenes alumnos, con el fiel propósito de darles a comprender cuánto les amamos, y de tal modo, les entreguemos las herramientas necesarias para llegar a ser buenos cristianos y buenos ciudadanos.

Surge la invitación a escuchar y discernir, dando sentido e importancia a la presencia que debemos demostrar ante aquellos hombres y mujeres de Dios, que crecen como discípulos del buen maestro con el firme deseo de alcanzar una educación de excelencia: evangelizando desde nuestra labor educativa. En este desafío permanente y en nuestro sueño esperanzador, encontrar el tesoro del reino será una aventura en plena sintonía con nuestra misión universal, donde todos estamos llamados a ser evangelizadores, atendiendo al sentido máximo que tiene nuestra opción preferencial, favorecida a cimentarse hacia el desarrollo de personas vocacionadas, con una alta competencia profesional y cristiana, sobretodo en aquellos lugares que más adversidad encontramos a nuestro paso.

Abriendo nuestros corazones al accionar del Espíritu, aceptamos la invitación a “asumir con mucha esperanza, con mucha pasión y con mucha paz los retos del presente”: con la fidelidad que nace del trabajo, de la mesa y del pan compartido.    

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