Este martes
21 de agosto, el Equipo de Pastoral de nuestro colegio
se reunió con los Delegados de cada curso a nivel de
apoderados, desde la Sección Infantil hasta la Enseñanza
Media Técnico Profesional.
Nuestro propósito, celebrar el Mes de la
Solidaridad y tener una instancia para compartir,
conocernos y agradecer la vida maravillosa de nuestro
Padre que nos ama tanto.
Entre juegos dinámicos, risas y lágrimas, una mesa
servida, nuestro corro se fue aunando a la oración que
se hace vida. Es así cómo la Parábola del Buen
Samaritano se anida en nuestro corazón para dar frutos y
frutos abundantes, desde nuestras familias, en nuestros
cursos y en nuestra comunidad, inserta en un lugar donde
el Cristo Vivo se nos presenta permanentemente y algo
estamos llamados a hacer.
Con el signo de la luz, estamos invitados a llevar
encendido el fuego de Jesús, quien nos invita a amar a
nuestro prójimo
quien a veces está tan próximo a
nosotros que no somos capaces de verle, conocerle,
aceptarle y amarle.
En las palabras de Alberto Hurtado,
encontramos nuestro agradecimiento a tantos quienes
dieron su tiempo y nos brindaron su testimonio y su
presencia, dándonos el ánimo de sentir que esta obra de
María, nuestra Buena Madre, quiere encender e iluminar,
y también ayudar al estilo del caminante samaritano:
¿Sabes el valor de una sonrisa No cuesta nada, pero
vale mucho. Enriquece al que la recibe, sin empobrecer
al que la da. Se realiza en un instante y su memoria
perdura para siempre. Nadie es tan rico que pueda
prescindir de ella, ni tan pobre que no pueda darla.
Crea alegría en casa; fomenta buena voluntad y es la
marca de la amistad.
Es descanso para el aburrido, aliento para el
descorazonado, sol para el triste y recuerdo para el
turbado. Y, con todo, no puede ser comprada, mendigada,
robada, porque no existe hasta que se da. Y en el último
momento de compras, el vendedor está tan cansado que no
puede sonreír. ¿Quieres darle tú una sonrisa Porque
nadie necesita tanto una sonrisa, como los que no tienen
una para dar a los demás
San Alberto Hurtado, sacerdote jesuita.
Nuestra sonrisa agradecida a los Delegados de Pastoral
Colegial y que San Marcelino interceda por ustedes y sus
familias.